El incremento en las tasas de interés para el plazo fijo no es una garantía de que la demanda por el dólar se detenga. Esta semana que pasó entre los banqueros había cierto nerviosismo por el movimiento de los depósitos de los ahorristas que, al no haber respuesta del Banco Central (BCRA), estaban tentados a abandonar sus posiciones en peso e ir directamente hacia la divisa estadounidense, una gimnasia natural del argentino en tiempos de crisis.
En las últimas ruedas, el dólar se calmó, en medio de rigurosos controles oficiales sobre el mercado informal y las promesas de meter presos a aquellos que operan desde la clandestinidad.
La entidad que preside Miguel Pesce estaba casi obligada a responder con un reajuste en las tasas que, en una primera instancia, se pensaba que sería del 145%, pero que oficialmente se definió en 133%, como una manera de seguirle el ritmo a la inflación y evitar la fuga de depósitos. Los analistas creen que se optó por tratar de mostrar que la reacción oficial era la de asegurar rentabilidad positiva a quienes tienen guardado en los bancos una porción de capital. Sin embargo, a los operadores les inquieta otra situación: las dudas que crecen por los cerca de $ 2 billones que el Estado debe colocar todos los meses en la plaza para pagar los intereses de las Letras de Liquidación (Leliq). Eso implica más emisión monetaria.
El rescate de plazos fijos y fondos comunes de inversión desde comienzos de octubre, sumados a las declaraciones desde los candidatos de La Libertad Avanza en contra de las tenencias de pesos y la escalada que mostraron los dólares paralelos en la previa electoral parecen haber sido razones más inmediatas que inclinaron la balanza en favor de esta abrupta suba de la tasa, que busca poner un precio a la codicia dolarizadora que estalló durante estos últimos días, señala Ecolatina.
La combinación de brecha elevada y creciente y reservas netas negativas condiciona la estrategia del oficialismo y, en particular, siembra incertidumbre acerca de la cotización del dólar oficial tras las elecciones generales, plantea. La inflación acumuló 26,8% entre agosto y septiembre borrando la competitividad cambiaria ganada con la devaluación tras las PASO. Es decir, solo sirvió para ganar nominalidad que, en este escenario de expectativas desancladas, tenderá a apreciar más el tipo de cambio oficial en términos reales, incluso si luego de las elecciones generales se retoma el “crawling peg”.
Considerando los sucesos de esta semana, la consultora advierte que los contratos a corto plazo de Futuros de dólar a diciembre pasaron de 48% a 112%. “Este abrupto salto fue creciendo a lo largo de la semana, fortaleciendo la idea de una corrección cambiaria de magnitud sobre fines de año”, indica.
Una difícil misión
De todos modos, cabe recordar que el BCRA aún tiene amplio margen para incrementar su intervención en este mercado: a fines de agosto la posición vendida de la entidad se situó en torno a los U$S 810 millones, es decir U$S 2.290 millones por debajo de su posición a mediados del mismo mes.
Mantener el tipo de cambio oficial mayorista en $ 350 en la previa electoral no fue inocuo. En la primera semana de octubre se incrementó la demanda de dólares y la brecha promedio terminó en torno a 115%. Sobre esta creciente incertidumbre cambiaria, los dólares paralelos volvieron a saltar el lunes y el martes, generando un escenario todavía de mayor volatilidad.
Luego, durante miércoles y jueves las cotizaciones -regulaciones y freno de operaciones mediante- se moderaron y cerraron la semana en $ 980 para el caso del blue, $ 940 el dólar SENEBI, $ 916 el MEP y $ 901 el Contado con Liquidación (CCL) medido con Globales. En conjunto promediaron aumentos de 13,3% en la última semana y de 21,3% en lo que va del mes, puntualiza Ecolatina. Así, la brecha promedio subió cerca de 20 puntos respecto la semana previa y finalizó cerca del 170%, en línea con el promedio semanal.
“Evitar que la brecha cambiaria crezca es clave para las aspiraciones electorales del oficialismo”, expresa Ecolatina. Una suba en los dólares paralelos tiene impactos inflacionarios y pone en jaque la idea del gobierno de llegar con una sensación de inflación “desacelerando” -en niveles ridículamente elevados- a las elecciones. Por este motivo, sostener la paridad en $3 50 tampoco fue gratis: los últimos datos oficiales y estimaciones propias revelan que el Gobierno destinó más de U$S 2.500 millones entre enero y septiembre para mantener bajo control a los dólares financieros. Esta volatilidad cambiaria dio origen a una nueva regulación.
La Comisión Nacional de Valores limitó la operación de compra de dólar financiero a personas físicas o jurídicas radicadas en el exterior, quienes sólo podrán operar por cuenta propia y con fondos propios informando las operaciones a realizar con cinco días hábiles de anticipación, con un límite de $ 100 millones diarios. Esto permitirá “cuotificar” la demanda de divisas durante la semana entrante con el objetivo de evitar nuevos saltos en los días anteriores a las elecciones.
Endurecen el cepo: impiden a los bancos aumentar su posición en moneda extranjera hasta fines de mes
El Banco Central ordenó que los bancos no puedan aumentar sus posiciones en moneda extranjera hasta fin de mes con el objetivo de evitar especulaciones con una posible devaluación luego de las elecciones del 22 de octubre. La norma establecida a través de la Comunicación “A” 7863 indica que las entidades bancarias deberán solicitarle un permiso al Central para aumentar su posición en dólares. Asimismo, cualquier disminución de su posición de contado en moneda extranjera deberán cubrirla con una letra intransferible Levid.
La medida adoptada por la autoridad monetaria nacional tiene vigencia hasta fin de mes y restringe las operaciones que pueden hacer los bancos en dólares de la misma forma que lo había dispuesto en noviembre de 2021, antes de las elecciones de medio término.